El pasado 10 de enero, Twitter arregló el error en el código que permitía reportar tuits en nombre de otra cuenta, exploit que le daba la posibilidad a un pequeño número de personas de automatizar reportes desde cientos de cuentas e incluso reportar en nombre de la cuenta afectada por el supuesto insulto/ataque, lo que aumentaba las posibilidades de suspensión de la cuenta.
Además, el pasado 28 de enero Twitter anunció, tras reconocer en diciembre el error de haber sido exageradamente estrictos con las suspensiones, que iba a cambiar sus políticas al respecto y que a partir del 1 de febrero cualquier usuario suspendido injustamente podría apelar y recuperar su cuenta.
En el mejor de los caso, y pensando de buena fe, todo lo anterior implica que han tardado por lo menos 3 años en darse cuenta de que dicho error existía. No sólo eso, sino que ha tenido que haber una renovación prácticamente total de la plantilla para que ese código fuera revisado y arreglado.
Es muy común ver en TikTok “un día como empleada de X”, donde se puede ver el día a día de una empleada de Google, Apple, Twitter o cualquier otra Big Tech consolidada. Es el mismo vídeo una y otra vez, mujer con estudios universitarios, un cargo largo con “operations” en el nombre, batidos healthy, una jornada laboral complicada de explicar y un código que sigue funcionando por pura inercia sin que nadie lo revise, pues todos echan el balón para adelante, y las aplicaciones se van deteriorando.
Todo esto sólo se ha solucionado cuando han llegado programadores de verdad, gordos tetones asiáticos con más horas programadas que césped tocado, contratados por el nuevo equipo de Twitter, para lubricar el código y salvar los muebles.
Apelo por el retorno a la programación de la figura del friki, pues hemos ganado gracias a él.
