La salvación de España pasa irremediablemente por la destrucción del Partido Popular, la pata más débil del 78, la única pata que podría hacer caer al origen de todos los males.
La boomerada, sin embargo, se niega a dejar morir al PP, se aferra a él buscando continuamente una nueva excusa para volver a votarles. “Esta vez sí, esta vez funcionará, ésta es la buena”. Como si el problema fuese de liderazgo y no de fondo.
Teodoro aparece en nuestras vidas como una esperanza, un hombre elegido por la providencia para, sin saber cómo ni porqué, hacer el Bien. Un hombre sin agenda detrás, tan sólo mantener su despacho en la quinta planta de Génova. Un hombre simple en tiempos maquiavélicos. Alguien capaz de lanzar el anillo.
(Teo: Proveniente del griego y significa “presencia de Dios“).
Dejen trabajar a Teodoro.