Derechos por suscripción

No te quieren sano, te quieren sometido.

Hace apenas un par de años, hubo un atentado terrorista a las puertas de una iglesia en Niza. El terrorista que realizó la decapitación y el degollamiento del capellán y unos feligreses fue herido a balazos por la policía y, antes de ser detenido por la policía fue atendido por un equipo de médicos.

¿Por qué os cuento esto? Resulta que dos años más tarde hay gente que no solamente equipara a gente que ha decidido no vacunarse a terroristas, sino que además, los tratan peor.

Estos infames con mentalidad “Charócrata” son capaces de decir que cualquier persona que sea ingresada en el Hospital por Covid y que no esté vacunada pague su propio tratamiento. “Así aprenderán la lección” suelen espetar. Parece que en esta situación entienden lo que en economía llamamos riesgo moral, que no es más que una vez estás asegurado tiendes a tomar más riesgos porque no pagas directamente las consecuencias.

Me pregunto si esta gente es capaz de comprender este tipo de conceptos simples cuando se extrapolan a otro tipo de problemas médicos. Por ejemplo, ¿Existe el riesgo moral en las personas que contraen SIDA y no tienen precaución y cuyo tratamiento VITALICIO cuesta hasta 10.000 € al año? ¿Deberían — siguiendo la lógica de estos charócratas — ser ellos quienes costeasen su tratamiento?¿O en este caso estaríamos invadiendo demasiado la intimidad de cada persona si exigimos que muestren un informe de serología cada vez que quieran pedirse unas bravas? Y eso por no hablar de los bugchasers, que es gente que deliberadamente contrae el virus del SIDA. Hagan cuentas.

Todo un dilema el riesgo moral que hay situaciones en las que no se quiere entender. Eso y los porcentajes de la población. pero ya es otro tema. Os recomiendo encarecidimente no visitar el enlace sobre los bugchasers.

¿Y que pasa con el riesgo moral en el aborto? Quieren aborto “libre y gratuito” porque su cuerpo, su decisión. Mientras justifican joder y poner palos en la rueda a la gente que no quiera vacunarse por voluntad propia. Siempre fue más fácil ver la espiga en el ojo ajeno que la viga en el propio, pero esto ya es de ser un cínico. Bueno, realmente es su carácter natural.

La cosa va mucho más allá de cuatro locas con el pelo teñido de colorines avisando de que no te acerques — algo así como las ranas venosas del Amazonas, la naturaleza es sabia — y de otros tantos youtubers con el mismo fenotipo escupiendo tonterías por la boca con una cadencia similar a la de una MG42 durante el desembarco de Normandía.

Youtubers que soy incapaz de diferenciar e Ibai Llanos.

Resulta que la mayoría de estados modernos y otros poderes fácticos — como algunas empresas que exigen a sus empleados que se vacunen — están presionando fuertemente a los individuos para que se sometan a un sistema de control que poco tiene que ver con la salud.

Y es que esto nunca ha ido sobre la salud. Es un falso pretexto. Todo esto va de poder. Y el pasaporte es solamente la punta del iceberg.

No existe forma más eficaz de obligar a alguien a que actúe “voluntariamente” o al menos “sin resistencia” que a través del miedo. Nos lo hacían nuestros padres desde que eramos pequeños. Acuéstate o vendrá el Coco y te comerá. Hoy, nos lo dicen nuestros gobernantes — tiránicos — a través de sus voceros en la televisión. Vacúnate, o morirás. Vacúnate, o no podrás viajar. Vacúnate, o no podrás cenar con tu familia en Nochebuena y estrás solo. Vacúnate, o no podrás comer.

La realidad es que el pasaporte abre la veda a que monitoricen absolutamente toda tu vida. Y no es por tu bien, sino por su poder. Cada vez que entres a un restaurante, cada vez que compres un kilo de carne, cada vez que eches un litro de gasolina, quedará registrado. Pues para ello te tendrás que identificar digitalmente. No es descabellado pensar que con esas bases de datos poco a poco te vayan recortando tus capacidades y te asignen una valoración de si eres un buen o mal ciudadano en función de tus patrones y sus algoritmos. Actúan como si fueran una boa constrictor, a cada espacio que dejas libre, lo aprovechan vorazmente para apretar más. Por eso debemos ser celosos de nuestra privacidad. Y todo esto sin ser paranoicos.

El presente es mucho más simple que eso. Te dan una vacuna con un certificado de caducidad de unos meses. Que tendrás que renovar ad infinitum, porque la pandemia no acaba. O, al menos, no interesa que acabe a la gente que ha convertido la pandemia en su modo de vida, en su excusa para reducir servicios y costes o en su fuente de autoridad, ejem, César Carballo.

La estrategia a seguir a corto y medio plazo es clara. Copiar el modelo de suscripción de Netflix a tus derechos. Y es lo que los estados están realizando. Mientras el CEO de Moderna habla de una cuarta dosis. En nuestras antípodas, ya han prohibido salir a la calle bajo cualquier circunstancia a personas que no tengan la pauta de vacunación completa.

Mientras tanto, Macron habla de no reconocer a los que no están vacunados como ciudadanos de la República Francesa. País donde la dignidad humana si que residía en un terrorista dentro de una iglesia pero no en una persona que no se fía de una vacuna desarrollada en condiciones extrañas. Ya sabéis, liberté, égalité, fraternité. Creo que va siendo hora de recuperar la escolástica española. Especialmente a Juan de Mariana, que se cuestionaba la posibilidad de acabar con el tirano y sobre su legitimidad.

En Australia estamos viendo el gobierno acaba de deportar al mejor tenista del momento, Novak Djokovic. El simple hecho de no querer demostrar su vacunación es razón más que suficiente para estos trotacanguros. Y es un tema de principios, porque fácilmente podría conseguir algún pasaporte falso. Como el que tienen seguramente muchos deportistas de élite que en público no dicen nada o se suman a la crítica.

Están deportando a una persona con un pretexto sanitario falso a todas luces. Pero como dije antes, no va de salud. Sino de poder. Y no vale con que “La ley es la ley y hay que cumplirla”. Para cumplir una ley primero tiene que ser buena, luego justa y por último legítima. Y si no lo es, esta justificado, al menos por mi parte, el rebelarse.

Al final, curiosamente, estamos tan asfixiados que sólo nos queda gritar “I can’t breathe”.

Últimos artículos

Gordo tetón asiático

Filicidio

La horda rusa

Artículo anteriorMc Donald’s
Artículo siguienteDios todo lo ve

Artículos similares

Leave a reply

Please enter your comment!
Please enter your name here