Lovejoy

La ventaja de mojarse es que evitas incurrir en contradicciones doctrinales frente a alguien que no lo hace. Por ejemplo, al sacar mi móvil capitalista del bolsillo no lo hago temiendo que uno de mis hermanos de parroquia me descubra y se chive al plébano de turno. Cuando pago la hipoteca lo hago con cierta satisfacción del trabajo bien hecho. Además, no tengo que vagar por esquinas oscuras en busca de la última versión excesivamente cara y, a todas luces, sobrevalorada de caramel macchiato de Starbucks. Cuando uno asume un papel social carente de estética subversiva, puede ir cumpliendo pequeños sueños burgueses sin tener que rezar trespadresnuestros para calmar la conciencia. Es parte del encanto. Algunos incluso dirán que eso es la Libertad. Un servidor no se atreverá a tanto.

Ojo, no me opongo a las contradicciones. De hecho, son accidentes ideológicos de lo más divertidos. ¿O acaso no nos partimos todos de risa con el ya famoso “si alguien se quiere ir al partido liberal o al conservador, que se vaya”? Pues eso, tronchante.

El problema surge cuando tu ideología es un enorme y fastuoso maremágnum de incoherencias. Claro, ahí ya hay más problemas. El primero de ellos, el más liviano, es que resulta difícil tomarte en serio. Pero si ahondamos en el asunto, no tardamos en coscarnos que si un día te eriges en líder espiritual del constitucionalismo (sea lo que sea eso) y, al otro, cogobiernas con el PSOE, quien a su vez lo hace gracias a acuerdos tácitos con Bildu y el PNV, o sin ir más lejos con Podemos, pues hombre, la cosa empieza a resultar tragicómica. A mí, personalmente, que me engañen a estas alturas de la vida lo veo casi como una labor cívica más del ciudadano ejemplar. Si Chillón me asegura que la resolución contra la participación en el comercio y el uso del dinero nunca se ha aprobado, o siquiera sugerido, pues habrán sido imaginaciones mías. Lo que me viene tocando el más viril de mis extremos es que me traten de tonto, y la señora Arrimadas y toda su cohorte de lamebotas advenedizos han hecho suyo lo de tomar por mongolos al personal como oficio cualificado. No sé cuán intranquilizador puede ser un partido que, a tenor de la última noticia, cambie todo su modus operandi, y si me apuran, su modus vivendi también, y todos los modus habidos y por haber, para la supervivencia política a cinco minutos vista. Pero lo que más me hastía, es ver a los pobres periodistas cuyo sustento vital depende de machacar su incólume huevada haciéndoles el aguante, tener que replantear sus enconadas y férreas convicciones a cada golpe de titular. No es justo para ellos, señora Arrimadas. Piense que tienen familia. Como diría la esposa del reverendo Lovejoy: “¿es que nadie piensa en los niños?”.

Su resultado en las elecciones del 14-F no por predecible, deja de ser sorprendente. Nadie se esperaba que perdiesen treinta escaños. A lo sumo, todos esperábamos que los hubiesen perdido todos.

Lezuzahttps://medium.com/@lezuza
Bebo hidromiel en los cráneos.

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