De trenes, rosas y bombas

Un cabrón se puede permitir ciertas licencias a la hora de hacer análisis que las buenas personas, por etiqueta, no deben. Para llegar a según qué conclusiones, yo, que estoy encantado de que el planeta agonice, disfruto de una situación privilegiada. Y a eso he venido hoy aquí. No para quien no sea capaz de desprenderse del sentimentalismo ingenuo que nos inunda. Éste, horrorizado, se verá obligado por su superioridad moral a huir de la pantalla, no se vaya a manchar. No os voy a mentir: algunas mañanas de lunes me gustaría ser así. Pero no lo soy. Soy perro, mordedor y bastardo.

Y es que, realmente, no es necesario rozar la demencia y salir por las noches a atracar abuelas y patear gatos para poder separar corazón y razón. Es lo que hemos intentado desde el momento en que decidimos embarcarnos en la locura que es, y esperamos que lo sea más aún, #11MelPrincipioDelFin. Porque hay que meter las manos en el fango ensangrentado, para volver los ojos arriba y descubrir quién nos está meando.

Nuestro primer pensamiento fue para las víctimas, para todas. Las 195 víctimas directas (193 nacidas y 2 bebés en camino), los miles de heridos, los que quedamos traumados y los 45 millones de españoles a los que se nos robó el país una mañana de marzo. Porque queda mal decirlo, pero sin menospreciar a los afectados directos, aquí a todos nos atacaron. Y esto, un hijo de puta como yo, lo puede proclamar en alto.

Y es que en tres días de 2004 cambió la historia de España y con ella nuestro futuro. Hasta el punto de que ahora revisan también el pasado.

Y es que sin el 11 de marzo el proceso de rendición con ETA no habría sido así.  La LIVG no se habría aprobado en 2007. Las relaciones internacionales del Reino de España no se habrían visto afectadas por las pataditas en la espinilla de Zapatero a Bush niño. La ruina económica, la venta de España por parcelas, y una sistemática destrucción de nuestra identidad y valores. Feminismo, ecologismo, revisionismo, y todos los criminales ismos con los que se nos ha adoctrinado los últimos 18 años. No podemos creer de verdad que no nos afecten a todos, porque a todos nos están camelando.

Eso fue el 11M: 195 muertos, 2000 heridos y un golpe de Estado. Decirlo es tabú y sólo lo puede hacer un bastardo. Así que, amigo, elige: ser buenísimo mirando hacia otro lado o convertirte en otro hijo de puta dispuesto a bajar al barro.

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  1. MAGNÍFICO artículo, yo también soy UN CABRÓN, por pensarlo en su momento, y por seguir pensándolo…
    espero no se me olvide JAMÁS aquella mañana, totalmente boquiabierto, erizado el vello, y, luego, casi con el mismo pavor, la noche de las elecciones, en las que, pese a mi juventud, y tal vez poca conciencia de la profunda política, también me erizaba pensando en lo que se nos venía encima…
    aquí lo tenemos, así lo hemos vivido, y, por lo que parece, desgraciadamente, NOS QUEDA POR VIVIR…

    GRACIAS

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